martes, 6 de enero de 2009

La máquina del tiempo



Bueno pues eso, hoy (un día de noviembre del 2008) me ha dado el punto a eso de las 11:30 y me he ido a dar una vuelta con la "bala plateaá" (150 s del 65 ), me he enfundado las mayas del lidl y el integral (menudo invento) y me he ido a hacer parte de la que puede ser la ruta del TSM 09, todo ha empezado bien, con viento de cola (como iba la pepa...), Cabanillas, Fustiñana, hasta que pasado el cruce dirección Buñuel he empezado a notar lo que por aquí se llama cierzo, es un viento Fresco y seco de componente noro-este muy frecuente en el valle, se puede presentar en cualquier mes del año, aunque es más frecuente en invierno y comienzos de la primavera. En el centro del valle pueden darse ráfagas de 100 km/h, aunque hubo un año que se dieron máximas de 160 km/h, creo que fue en el 54.
La cuarta ya no me servía, a trancas y barrancas pasé Buñuel y Ribaforada, hasta que me encaminé dirección Ablitas, muchas de mis rutas de fin de semana suelen pasar por este pueblo, la verdad es que no tiene nada de especial, no es ni si quiera bonita la plaza del pueblo, pero es donde nació mi padre y donde muchos veranos, sobre todo el mes de septiembre porque eran las fiestas patronales y los pasaba en casa de mi abuelo, recuerdo que era una casa muy vieja, la más vieja diría yo, mi familia nunca nadó en la abundancia, más bien el la abundancia de la nada, también era muy pequeña, recuerdo que en la cocina solo cabía una persona, no tenía puerta, era una cortina de tela fina de rayas rojas y blancas, así es que siempre recuerdo el olor a cocido que impregnaba toda la casa, estaba justo al lado de iglesia, en la calle San Antón, tenía eso si la puerta más grande y bonita de todo el pueblo, toda de madera, con su arco en la parte superior, pesaba una barbaridad, daba paso a una estancia toda de piedra en el suelo en la que abuelo solía tomar la fresca, como aquí se dice, y una puerta en la que el guardaba lo que yo consideraba los mayores tesoros, una barquilla de “Mirindas”, os acordáis no?, como la Fanta de ahora, ahí estaba siempre escondida debajo de un plástico, esperando a que por arte de magia desaparecieran, ahí estaba justo al lado de la tinaja de agua fresca, una tinaja que según recuerdo me llegaba al hombro, y eso que yo ya era alto, que maravillosos recuerdos, y todo gracias a mi vespa que me transporta cual máquina del tiempo.

Ese trayecto se empezó a convertir en algo muy duro, una penitencia diría yo el cierzo empezó de verdad a ser un problema, --buf.. hasta con la tercera me costaba, ha sido todo el trayecto de Ribaforada a Ablitas en tercera incluso segunda, yo creo que por lo menos iría a 30 por hora. Mi pecho ya empezaba a notar el frió que me hacía pensar si al día siguiente podría ir al trabajo o tendría que quedarme en casa ( juraría que iba bien a abrigado cuando salí de casa), de todos modos cuando llegaba al Pago de Cirsus, una gran bodega –señorío tipo “falcon Crest” que seguro que tenía también su Ángela Chanin y Lorenzo Lamas de turno) me vinieron unas imágenes a la memoria que me reconfortaron, y era nada más y nada menos que el amigo Fran en aquella ruta en la que vino de Corella con una fina y heladora capa blanquecina ( escarcha mañanera) por todo el cuerpo, y los carámbanos que le colgaban de la chaqueta, aquel día Franagan supo de verdad lo que debió sentir el amigo Walt Disney con la famosa criogenización.

Con la sonrisa en la boca y sin darme cuenta me planté en la plaza del pueblo (que rato más agradable me hiciste pasar Fran...je je),. Entré en un bar El Moreno, estaba tal y como lo recuerdo la verdad que no había cambiado nada, pedí una manzanilla calentita para entran en calor ( los huevitos de la mañana y la faja todo ajustada no me lo han hecho pasar muy bien), a eso que oigo - ¿Qué pasa “Crispín”, como estás?, cuanto tiempo sin verte por aquí, joder, hacía cuanto tiempo que no me llamaban así, era el primer nombre de mi abuelo, se llamaba Crispín Julián, antes me daba gracia, pero ahora me gustaba que me llamaran por el nombre de mi abuelo puesto que se le recordaba como una gran persona, no en lo cuantitativo de las cosas, si no en lo cualitativo como persona, era bueno como el solo.

Miré a través del cristal color marrón por el tabaco que se había acumulado en él y vi gente congregada en los alrededores del bar, pensé que se trataba de gente que venía a tomar el vermú y se había parado a hablar antes de entrar, pero me di cuenta que lo que hacían era rodear la moto, mi vespa, la máquina del tiempo que hoy me llevaba por las carreteras de la Ribera y la autopista de mis recuerdos. Mientras yo me iba poniendo cada vez más hueco (orgulloso), una vez terminada mi infusión de manzanilla, me empecé a poner otra vez todos los forros que uno a uno me había quitado para compensar el frío de exterior con el cálido, acogedor y humeante bar, me dispuse a salir y vi que la gente me miraba, no se si pensaban que estaba loco, que a donde iba con ese hierro o algo así, pero pude ver que no, que solo querían hacerme preguntas, un forastero como ellos decían con esa moto, a todos ellos les traía recuerdos, porque todos parecía haber tenido una en su juventud, incluso había uno que afirmaba haber tenido una Vespa modelo Lambretta, alucina! . - Juanan cálzate los guantes y el casco que estos te joden a preguntas. Eso es lo que pensé , así es que raudo y veloz lo hize , me senté en la Vespa le di una patada al arranque y se instauró la sonrisa en mi boca, ellos no sabían el porque de esa sonrisa, pero yo si, la vespa arrancó a la primera, cosa que no es normal, pero hay estaba yo otra vez orgulloso de mi pequeña.

La verdad es que había pensado en ir a Cascante y Cintruénigo, pero con la emoción me pasé el cruce y me dio pereza dar la vuelta, así es que metí la 5ª (viento a favor) y me dispuse a tomar carretera a Tudela.

Miraba a mi alrededor y solo veía campos repletos de olivos, aquellos monstruosos árboles que habían amargado muchos de los fines de semana de diciembre de cuando era crío y que mi madre me obligaba a ir con mi padre a coger los cientos de kilos de olivas que luego servirían para tener aceite para todo el año, y para la dosis de olivas que se comía mi madre cada día, recuerdo que contaba los huesos y hasta que no llegaba a cien no paraba, a día de hoy todavía sigue contando huesos, dice que para ella son la mejor medicina que puede haber, prefiero no hacer comentarios.

No paraba de oír en mi cabeza las palabras de aquel lugareño que afirmaba haber tenido la tal “famosa” Vespa modelo Lambretta, me preguntaba si también tendría un todo-terreno modelo tractor, no se, no quise darle más vueltas a la cabeza, comprendí que no todo el mundo tenía porque saber diferenciar entre una Vespa y una Lambretta, al fin y al cabo yo tampoco sabía diferenciar lo que era una oliva de variedad empeltre de otra que ellos decían que si era picual o arbequina, pues eso la ignorancia de las cosas era mutua.

No bajé el puño hasta llegar a la rotonda de entrada a Tudela, era el último tramo, en el cual exprimiría el motor de mi 150 s, cuando llamo exprimir hablo de ponerla a 80 km/h, ya que con 43 años que tiene la moto no se le podía pedir más. Ya quedaba menos para llegar a casa, pero no sin antes darme la vuelta de rigor por las calles de Tudela cual torero haciendo la vuelta al ruedo por una magnífica faena.


P.D. ¿Quien dice que una Vespa es solo una moto?, ¿Quién dice que no puedes salir por la carretera con ella?, yo opino que es mi compañera, la que me lleva tanto por carreteras físicas como por la autopista de tu imaginación.
Juan A. Melero

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